Los orígenes de la avellana parecen ser muy antiguos, tanto es así que los fósiles encontrados en Alemania, Suecia y Dinamarca prueban que los frutos de este arbusto formaban parte de la dieta del hombre primitivo, cuando aún non ne conocía su cultivo y se alimentaba de bayas y frutos silvestres. La avellana era una de estas frutas.
Plinio el Viejo, Catón y Virgilio hablaron sobre la avellana: Plinio el Viejo supuso que su orígen era Damascus, en Siria, donde crecíeron espontáneamente en el bosque. Catón aconsejaba su cultivación en los huertos de la ciudad de Roma; Virgilio en su obra Las Geórgicas la llama el ‘’corylus’’. (De la palabra còrys, que signifia ‘casco o tocado’, como la bellota del avellano)
Fue el científico y botánico Linneo a bautizar la planta ‘’corylus avelana’’ en 1753, reuniendo el el concepto corylus de Virgilio con la palabra ‘’avellana’’, nombre que deriva de la ciudad de Avella, en la provincia de Avellino, donde era principalmente difundida. Los celtas consideraban al avellano eun árbol mágico, un símbolo de la sabiduría y a menudo utilizaban las avellanas en su ritos de advinación. En la Edad Media, la avellana se asociaba como planta para hacer tratos con el diablo o para convocar a los muertos. Vincenzo De Caro, un histórico de la ciudad de Salerno, escribió: ‘’El avellano es conocido por todos que echa raíces maravillosamente en la mayor parte de nuestro demanio’’, refiréndose a toda la zona de Giffoni, en la provincia de Salerno. Finalmente, el cultivo de la avellana tuvo una fuerte expansión cultural y comercial en el siglo XX, gracias a la grande demanda, de parte de la industria de la confitería.
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